ACTITUDES EDUCATIVAS DE LOS PADRES ANTE EL NACIMIENTO DE UN HERMANO

Las reacciones que se detectan inmediatamente después del nacimiento del hermano tienden a desaparecer en un periodo que va desde algunas semanas a algún mes, es decir, estas reacciones tienden a normalizarse progresiva, aunque lentamente.

Una actitud comprensiva de los padres favorece la superación de estas reacciones hostiles.

Una actitud punitiva (castigos, regaños, etc.) por el contrario, refuerza la hostilidad, y hace que aumente de forma evidente.

La hostilidad cronificada (años de actitud hostil) no es muy frecuente.

Conviene tener el cuenta lo que HILGARD llama “herencia social”, es decir, que la rivalidad fraterna se produce por una transmisión inconsciente a los hijos por parte de los padres y referido a sus antiguos conflictos de rivalidad fraterna; según este autor la rivalidad pasa de generación en generación y dura hasta que el conflicto se hace consciente.

La actitud ansiosa de los padres ante la rivalidad entre hermanos y ante la presencia de celos no es una condición adecuada para resolver el conflicto.

Los padres deben saber que el paso por esta situación es un proceso madurador, evolutivamente normal y emocionalmente necesario para la constitución de una personalidad madura.

Una actitud de sana indiferencia (como quien no ve lo que pasa) ayudará a que todo se vaya arreglando poco a poco. (Repasar el tema de la atención de los padres a las conductas de los hijos).

Los padres deben procurar no intervenir en las tensiones que provoca todo esto porque la intrusión en el mundo de los hermanos no suele ser un buen procedimiento para la normalización de las relaciones entre estos.

Las actitudes más favorables son:

o Evitar los cuidados íntimos al neonato delante del hermano.
o Si no se evita esto, hacer participar al hermano en los cuidados, siempre que tenga edad para ello.
o Prestar atención al mayor para que no viva como abandono la actitud de indiferencia que se adopte con él.
o Evitar magnificar las “bellezas” del recién nacido.
o Y si se hace, que también el otro sea reconocido.
o Clarificar lo antes posible las relaciones entre los hermanos.
o Destacar que cada uno es cada uno, destacando muy bien lo que constituye la característica diferencial entre ellos.
o Potenciar la necesaria satisfacción de las necesidades de cada uno, para que no perciba que lo que se da al neonato es a costa de pérdidas para él (afectivas o materiales).

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